Hace más de dos años mi enojo me hacia despreciar mi vida, ahora amo mi vida y el enojo así como entra comienza a salir, ya no le permito hacer de mi día un mal momento si no un gran momento para aprender.
Hay cosas que mantienen mi espiritu con vida, una de ellas es el alimento, la otra dormir y por último mis sueños. No paro de soñar, no me quiero detener, se que mis sueños me llevarán tan lejos como desee, que lograré cumplirlos y sentirme orgullosa de no renunciar, no haberme dado por vencida.
Hoy he descubierto que mi mente ya no domina al corazón, mis impulsos son latidos que no volverán y debo aprovechar cada uno de ellos. Hoy estoy luchando día a día por no dejar de sonreír.