Sonrisas al máximo, miradas alegres, abrazos del alma... se extrañan, así como se extraña el vicio del cigarro, como se extraña el diario de la adolescencia, como se extraña la primavera en el invierno.
Nada encaja ahora, todo se ha vuelto oscuro mientras vivo en la luz, la calma habita en mi alrededor y yo insisto en agitar las aguas. Las palabras están atoradas en la garganta, las lágrimas contenidas inundan mi alma, mis ojos parecen más pequeños por no lograr conciliar mi paz, por haber derrumbado un hermoso sueño, sueño que ahora parece una pesadilla.
Me he atrevido a arrancarme las alas, ahora no deseo volar, duelen las heridas que han dejado, duele reconocer que he perdido algo muy preciado. Es momento de avanzar, de seguir a pie si es necesario, de voltear tan sólo para decir adiós.
Extraño mi alegría. Extraño mi alma de niña.
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