En México hay una nieve hecha de cereza, piñón, almendra y nuez, le llaman "Beso de ángel". En lo personal no es mi favorita como lo es el helado de menta, pero hace poco recordé un episodio de mi vida que me recuerda ese sabor a beso de ángel que me ha traído alegría al corazón.
Recibí un mensaje de un amigo llamado Miguel, quien en algún lugar de mis recuerdos estaba olvidado. Miguel y yo tuvimos algunos años de fogosa amistad... jajajaja. No me refiero a tener "romance" si no a esas amistades que son tan intensas que terminan de tajo por alguna razón extraña.
Desde que nos conocimos tuvimos una gran afinidad, su novia y yo teníamos una gran amistad, y mi novio y él se llevaban bien, había complicidad. Pero entre él y yo, en nuestros momentos no existía nadie mas. Nos encantaba estar juntos, platicar nuestros problemas, comer juntos, pasear y lo que hace especial nuestra amistad fueron nuestras mañanas de domingo. Se hizo costumbre, no había domingo sin su compañía, y lo que más nos encantaba era ir a comprar un BESO DE ÁNGEL... tal vez en algún momento quisimos invitar a mas amigos a hacer suya nuestra tradición dominical, pero al final terminamos siendo él y yo.
Aún puedo recordar nuestras carcajadas al mismo tiempo que saboreábamos las cerezas heladas, escogiendo los piñones y morderlos solos para captar su delicioso sabor, al final quien terminaba primero, le ayudaba al compañero, era ley.
Es increíble cómo mi mente ha vuelto a poner en la memoria de mi paladar y lengua, el sabor de esa nieve, y en mi cabeza los grandiosos momentos vividos con Mike, con quien las tristezas de la semana se desvanecían el domingo entre risas y secretos compartidos. Con quien aprendí a saborear los momentos amargos acompañados de un gran amigo.
Ahora que nuestros caminos volvieron a emparejarse, hemos compartido las alegrías y tristezas de nuestra vida como en el ayer, hemos recordado aquellos momentos felices, y ganas nos sobran por ir con nuestros hijos a comprar nieve un domingo por la mañana, aunque sabemos que no volverá a ser igual.
Mike ahora es un hombre exitoso a quien admiro mucho y me alegra ver que sigue siendo ese chico sencillo y orgulloso de su humilde cuna.
Recibí un mensaje de un amigo llamado Miguel, quien en algún lugar de mis recuerdos estaba olvidado. Miguel y yo tuvimos algunos años de fogosa amistad... jajajaja. No me refiero a tener "romance" si no a esas amistades que son tan intensas que terminan de tajo por alguna razón extraña.
Desde que nos conocimos tuvimos una gran afinidad, su novia y yo teníamos una gran amistad, y mi novio y él se llevaban bien, había complicidad. Pero entre él y yo, en nuestros momentos no existía nadie mas. Nos encantaba estar juntos, platicar nuestros problemas, comer juntos, pasear y lo que hace especial nuestra amistad fueron nuestras mañanas de domingo. Se hizo costumbre, no había domingo sin su compañía, y lo que más nos encantaba era ir a comprar un BESO DE ÁNGEL... tal vez en algún momento quisimos invitar a mas amigos a hacer suya nuestra tradición dominical, pero al final terminamos siendo él y yo.
Aún puedo recordar nuestras carcajadas al mismo tiempo que saboreábamos las cerezas heladas, escogiendo los piñones y morderlos solos para captar su delicioso sabor, al final quien terminaba primero, le ayudaba al compañero, era ley.
Es increíble cómo mi mente ha vuelto a poner en la memoria de mi paladar y lengua, el sabor de esa nieve, y en mi cabeza los grandiosos momentos vividos con Mike, con quien las tristezas de la semana se desvanecían el domingo entre risas y secretos compartidos. Con quien aprendí a saborear los momentos amargos acompañados de un gran amigo.
Ahora que nuestros caminos volvieron a emparejarse, hemos compartido las alegrías y tristezas de nuestra vida como en el ayer, hemos recordado aquellos momentos felices, y ganas nos sobran por ir con nuestros hijos a comprar nieve un domingo por la mañana, aunque sabemos que no volverá a ser igual.
Mike ahora es un hombre exitoso a quien admiro mucho y me alegra ver que sigue siendo ese chico sencillo y orgulloso de su humilde cuna.
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