jueves, 13 de septiembre de 2012

Niña, Dónde estabas?


Recuerdo mi infancia con mucha melancolía. Fue una de las etapas más importantes en mi vida donde hubo de todo!! Si de todo, desde la tristeza más profunda, la muerte, carencia, abundancia, juegos, novios de a mentis, bulling, amigos, muchos amigos, locuras, besos, acoso y lo que nunca falta en un niño: mucha alegría!!
Digo que recuerdo con melancolía porque a más de uno se nos antoja volver a vivir esa etapa, aunque quisiéramos hacer una que otra corrección y volver a vivirla. Mi infancia, a pesar de todos los sentimientos y experiencias vividas, la considero feliz, siempre fui la típica niña aventada a hacer todo aquello que los demás niños y niñas hacían. Me gustaba mucho andar en bicicleta, patines, subir los árboles, chapotear en los charcos, ir por los mandados, andar de metiche en las casas de mis amigas y jugar a todo aquello que se les ocurriera. Pecaré de presumida pero me encanta hacerlo, nadie, repito, nadie me ganaba en saltar la cuerda, a correr, o a brincar el resorte y a pesar que siempre fui un modelo compacto, mis piernas parecían tener resortes que me ayudaban a destacar en este tipo de juegos. Ya con el tiempo esas habilidades fueron desapareciendo como a los 11 años poco después de mi primer cirugía del pie o con la llegada de la pubertad, me cuesta trabajo recordarlo.

 
La infancia de mis hijos quizás no tiene ni la mitad de lo que yo viví, sin embargo, trato de hacer con ellos algunas cosas que pueda ayudarles a recordarla con la misma añoranza que yo.
El domingo pasado fuimos al museo del niño, "El Papalote". Es un museo que se encuentra en la ciudad de México, a media hora del lugar donde vivimos. uno de mis hijos, el más pequeño, no lo conocía. Es un lugar en donde los papás y los hijos participan en las mismas actividades, todos los juegos son lúdicos y con temas de atracción para ellos. Yo como mamá, aunque me sienta grande, regresé recordando  y aprendiendo cosas nuevas. Fue fantástico subirme una vez más a un columpio y a un tobogán, jugar con pompas de jabón, hacer papiroflexia, jugar a los científicos o redactores de un periódico. Eso me recuerda cuando jugaba con mis amigas a hacer un programa de radio, yo hacía la voz de Ernie de Plaza Sésamo jajaja... Fue un día inolvidable! Volví a ser niña, aunque procuro de vez en cuando recordar sonreír, dejar de preocuparme, vivir el momento y otras cosas más, que son actitudes de un niño y que son necesarias en mi vida para hacer de mi día lo menos pesado que se pueda, ayer comprobé que no sólo la actitud es importante, también las actividades físicas que hace un niño son de gran ayuda.

 
Desgraciadamente no todo es alegría, también recordé un poco con amargura mi etapa depresiva, que desgraciadamente afectó en determinado momento a mis hijos, esa etapa en dónde mamá no sonreía, mamá no los llevaba al parque, mamá no participaba en sus juegos y prefería estar enojada y apartarse de aquellos momentos que no volverían jamás. Pero mirando atrás no resolveré nada de lo que ya fue... Hoy en este momento, río a carcajadas de sus ocurrencias, sus peleas interminables, adoro los golpes que recibo a diario por los bochos amarillos que se nos atraviesan en el camino, me llena de alegría ver que regresan de la escuela contentos y hambrientos, adoro esos momentos cuando enfermos o por el miedo me piden dormir en mi cama, es tan gratificante verlos hacer con pasión lo que más les gusta, pero lo que más amo, es cuando mamá está enferma y ellos se vuelven los guardianes de mi sueño y enfermeros de mi salud, no es agradable estar enfermo, pero con estos tres grandes seres que Dios me ha dado, pienso que la enfermedad es un gran placer...

Disfrutar cada momento que mis hijos me han regalado es un vicio, un placer y una deliciosa y enorme pastilla de felicidad en mi vida. Con ellos he aprendido a ser madre, maestra, doctora, chofer, chef, y lo más importante, que he aprendido a volver a ser niña. Gracias mis niños, gracias por llenar cada hueco de mi ser, por ser la gasolina que inyecta a mi motor, por compartir y mostrarme la manera de vivir mejor, sus risas son mi alimento diario.
Cada etapa de su vida me ha dado aprendizajes diferentes y amo cada una de ellas, pero sé que cuando esto termine y no haya niños en casa, trataremos de sacarlos a pasear y mostrarlos al mundo de vez en cuando. Los amo.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario