domingo, 24 de marzo de 2013

Llanto, símbolo fortaleza.

Ese día, con las mangas de la blusa, me sequé las lágrimas y prometí jamás olvidar que llorar no es debilidad,  es reconocer que no soy tan fuerte y me he cansado de fingir  y manifestarme en llanto es para recordarme que las sonrisas están por venir.

Lloré por el primer beso y por el que nunca me atreví a dar, por el nacimiento de una vida y por un buen amigo que no volverá jamás.
Lloré porque logré cumplir un sueño mas, y lloré cuando me ahogué en la tristeza de la decepción.

Lloré por lo que tuve y no lo tengo mas y también lloré por lo que tuve que dejar ir porque ya no me hacía falta.

Lloré el día que me mintieron y  también ese día en que me dijeron la verdad.

Lloré el día que creí ser amada y lloré quizás de mas por saber que nunca fue como yo creí.

Lloro cuando me acuerdo de mis mejores momentos. Por los malos procuro no llorar, las lágrimas se asoman sin avisar.

Lloré cuando me dí cuenta que ya no escuchaba más mi melodía, el ruido de los demás me estabp ensordeciendo, y me gusta llorar cuando sé que nuevamente mi canción es sólo para mi.

Lloré el día que me sentí sola y lloro cuando sé que nunca lo he estado.

Aún lloro cuando tengo que hacerlo, no me limito, limitarse es morir sin haber vivido, y llorar es dejar que los sentimientos se aniquilen para dar paso a los que están por venir.

Sigo y seguiré llorando, no hay manera de dejar de hacerlo, pero mi llanto de alegría vuelve cada vez que alguien me sonríe y ríe conmigo, cuando la luz del día aparece por mi ventana, cuando recuerdo que mi elección es ser feliz.

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